¡Dejadme vivir! Geología, Paleontología, Ecología, Educación.

Enrique Gil Bazán.
Doctor en Ciencias Geológicas (Paleontología).
Zaragoza, Aragón, España.

viernes, 1 de junio de 2012

El activismo ecológico en la situación de crisis actual.


     En la situación socioeconómica actual es natural que nos sintamos cada vez menos confiados, más decaídos y que percibamos un miedo al que no sabemos darle una solución, debido, sin duda, a que todo aquello sobre lo que no tenemos control directo nos produce una gran incertidumbre. Estamos escuchando todo el día malas noticias que parecen lejanas, pero cuyas consecuencias las vemos de cerca y ante las que parece que nada podemos hacer. Empezamos a pensar qué va a pasar, construimos muchos escenarios mentales sobre el futuro, lo vemos todo de color negro, y al final lo que conseguimos es estar más angustiados. Además, el desconocimiento ante  asuntos técnicos que no comprende casi nadie añade un matiz de inseguridad. De pronto, términos de los que antes no teníamos ninguna noción, como es el caso de la prima de riesgo, ahora están todo el día presentes en nuestras vidas asociados a situaciones muy negativas.

    
      En ese contexto, lo único que parece que hacemos (o nos dejan hacer) es meter nuestro voto en una urna cada cuatro años. Pero pronto vemos que, con independencia de quién gobierne, todo sigue más o menos igual. En 2010 pensábamos que todo era pasajero, que no se trataba más que de una mala racha, pero llegamos al 2011 y sigue pasando lo mismo, y el 2012 igual.  Y ahora nos vemos en estado de indefensión, pasivos y sufriendo, decepcionados y frustrados porque todo cambia a peor. Y además, para contribuir a que se produzca la tormenta psicológica perfecta, los expertos, aquellos destinados a resolver el problema, no parecen dar con ninguna solución. Si tienes una enfermedad y vas al médico, y éste no te dice qué hacer o el tratamiento que te receta no surge efecto, empiezas a dudar de las que manos en la que estás, con lo que la angustia aumenta. Y esto es lo que está ocurriendo también tanto a nivel sanitario como educativo, y en general, en todos los ámbitos de nuestra ajetreada vida actual. Ya no nos fiamos de nadie, nos piden confianza pero sólo vemos que todo va a peor, que no podemos hacer gran cosa, y que el futuro se escapa de nuestras manos.
     Y es en este contexto social tan poco agradable que nos ha tocado vivir cuando hemos de darnos cuenta de que los grandes “problemas” que hasta hace poco hacían correr ríos de tinta, como el cambio climático (¿se acuerdan?), parece que se han disipado de la lista de preocupaciones prioritarias de la humanidad occidental. Nuestras actitudes ecológicas y todo lo relacionado con disfrutar de un bienestar social sin grandes impactos parece que ya no son tan importantes para muchos de los hasta ahora defensores a ultranza de la naturaleza. Ya no hay estridencias ecologistas. En nuestro país, incluso ante la reciente superación de trabas administrativas en Andalucía, en concreto en Tarifa, donde parece que se van a poder levantar junto a una playa virgen una gran cantidad de edificios turísticos, la nueva organización ecologista Equo, pilotada por  antiguos responsables de Greenpeace España, se atreve tímidamente, desde luego sin la contundencia habitual, a levantar su voz para decir que ecológicamente no están de acuerdo con el futuro que le espera a la zona. Claro, se supone que no quieren enfrentarse, sin duda, a la gran cantidad de parados que ven en esas posibles obras urbanísticas una salida a su precaria situación laboral. Y respecto a las reivindicaciones cotidianas en relación con la excesiva emisión de contaminantes a la atmósfera por nuestro estilo de vida; sus posturas contrarias a la ejecución de obras públicas; o la adecuación y restauración de paisajes destrozados por el rodillo hiperdesarrollista, más de lo mismo: “desaparecidos en combate” ¿Dónde están ahora los grupos ecologistas?  ¿En época de crisis, sobra algo tan elitista como la ecología de nuestras vidas? ¿Pero no era este tipo de vida tan materializada y llena de comodidades el principal objetivo a derribar por los ecologistas? Sarcásticamente se puede pensar que en breve llegarán a conseguir sus objetivos sin  hacer nada ellos por alcanzarlos: el propio vandalismo desarrollista y la crisis se lo van a dar hecho.


Tarifa (Cádiz). Playa virgen.

Playa de Valdevaqueros, y lugar donde se quiere construir la urbanización.
     Estoy convencido de que esta situación de “desaparecidos” y de indefinición ecológica ante situaciones puntuales de estas organizaciones conservacionistas tiene que ver con la desesperación social del momento, además de la  profunda fragilidad de su ideario ecológico, habitualmente sostenido por manifestaciones sin un mínimo sustento conceptual adecuado.Tienen que estar fatal. Se les ha caído su nueva religión, tanto en forma como en fondo. Ya no tienen a quién predicar, pues corren el riesgo de no ser “entendidos” acertadamente en estos duros momentos. La pureza de sus duros objetivos conservacionistas no sería comprendida por gente que solo busca trabajo y salir adelante además de, según algunos, estar bien atentos al cotilleo televisivo o los deportes de masas.

     Sin embargo, y sin pretender consolarles a ellos únicamente, creo que la situación no es todavía tan desesperada. A nuestro favor tenemos que una persona, como tal,  va a ser mucho más estable emocionalmente si tiene un objetivo solidario en las áreas más importantes de su vida: con su familia, en el trabajo, con los amigos y con el tiempo de ocio, al margen de supuestos idearios políticos o de corte medioambiental. Ahí  es donde tenemos  capacidad de control. Si no te centras en lo que puedes hacer a diario, sin grandes pretensiones mesiánicas medioambientales o de corte social, viviremos en la incertidumbre, con un malestar y preocupación recurrentes que cada vez irán a más. Cada uno puede protestar, faltaría más, pero lo mejor es centrarse en lo que se puede manejar. En eso tenemos que volcarnos.


     Está bien que una persona esté informada a través de los medios pero si las noticias que recibe son muy alarmistas o si es bombardeado con hechos negativos continuamente, se acostumbra a verlo todo negro, se desanima, y termina tirando la toalla y pensando que pase lo que pase no va a poder hacer nada. Y eso es lo mismo que ha pasado con el mensaje de muchos grupos supuestamente ecologistas, en mi opinión por pura ignorancia pero con ánimo manipulador, que no han hecho durante mucho tiempo nada más que atosigar, acomplejar, difamar, y culpar a la sociedad de todos los males terrenales que sufrimos como consecuencia de su progreso, aunque muchas veces aplicado con excesos, y para los que se autoerigieron en sus salvadores y correctores.

     Hace poco leí que una crisis como la que estamos padeciendo puede servirnos de acicate para el resurgimiento interno personal. Estoy de acuerdo. No debemos dejar pasar esta oportunidad, para eso, y para reestructurar el verdadero edificio ecológico que nuestra sociedad necesita. Sin ser tolerantes (término que detesto por la componente de superioridad que incluye) con los extremos, tanto ecológicos como hiperdesarrollistas, debemos reiniciar la interpretación de nuestra función como seres vivos en este mundo, perfilando  y limando un excesivo nivel de exigencia social y medioambiental en nuestro entorno más inmediato, lo que incluye, sin duda, el acercamiento de posturas intransigentes hasta ahora y que en estos momentos dramáticos pueden  cruzarse o encontrarse en un camino por recorrer entre todos, sin exclusiones.



3 comentarios:

  1. Jose Antonio Sanchez Gimeno1 de junio de 2012, 10:20

    Ceo que hoy tocas un asunto complejo. Es muy probable que si se le plantea a alguien que esté especialmente afectado por la tan manida "crisis" la disyuntiva entre desarrollismo y conservacionismo, responderá sin más análisis que " primum vivere, ergo filosofare". Por otro lado la situación actual hará reflexionar- sería deseable- a más de uno que se "dedica" al ecologismo que la realidad es más compleja de lo que él pensaba y que debe reconsiderar sus dogmáticos postulados .

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    1. Estoy de acuerdo José Antonio. Creo que debemos plantearnos estas controversias en momentos difíciles para ver cómo responden los extremistas de siempre. Y en la solución, como siempre, casi nadie está acertado en el 100%.

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    2. Amigo Enrique como siempre un placer leer tus post que tanto nos llevan a la reflexión a cierta preocupación.
      Y sobre todo en los que tanto aprendemos. No hay nada como escuchar o leer a los sabios.
      Un abrazo desde Valencia.

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